El instrumento musical nace por una necesidad absoluta de expresar un sentimiento dentro del ámbito de los rituales mágicos y religiosos.

El azar o un sentimiento profundo e incontrolable del hombre más primitivo, le hace descubrir la belleza del sonido que emite una fibra puesta en tensión; encuentra el eco de su misterio en la caña que recibe el soplo del viento. Acrecienta su fuerza y le incita a saltar y moverse, unas piedras entrechocadas, el ruido del hacha sobre un árbol o una piel endurecida y tensa por el sol. A partir de aquí todo es evolución y camino por recorrer.

Así podemos decir que los instrumentos de música no son de ningún sitio y están en todas partes, son autóctonos, de cualquier lugar del mundo como lo son la lluvia, el viento o la tormenta.

De los cientos de piezas que componen la Colección Ismael se han entresacado cerca de doscientos instrumentos que van desde la simple madera golpeada Txalaparta hasta el complejo entramado de cuerdas de un Tímpanon. El misterio primitivo de una Flauta funeraria de Papúa, la sencillez de una lira-arpa de Etiopía, la rudeza de unos huesos de cordero en el Arrabel de Madrid o las taraceas e incrustaciones de la Vielle francesa.

Un paseo sonoro por los cinco continentes y una sabiduría de miles de años de civilización para familiarizarnos con estos objetos, mágicos y casi sagrados que han servido de intermediarios entre el hombre y sus miedos, llamados dioses.

Más información: ismael@lachacona.com

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